Lea la transcripción del video devocional de hoy.
Si alguna vez has sufrido durante mucho tiempo, o tal vez has visto sufrir a un ser querido, es muy fácil desanimarse, desanimarse y finalmente llegar a la desesperación. Recuerdo cuando tenía 18 años y el médico me dijo: "Val, tienes esclerosis múltiple", y tuve un montón de preguntas sobre Dios. Pensé: "Señor, ¿por qué yo?". Esto fue justo antes de ir a Ucrania en un viaje misionero.
Recuerdo haber leído este versículo y tratar de comprenderlo, pero no lo conseguía hasta que empecé a estudiarlo. En 2 Corintios, capítulo 4, versículo 17, Pablo dice: «Porque nuestros sufrimientos actuales son pequeños y de corta duración. Sin embargo, nos produjeron una gloria que los supera con creces y que perdura para siempre».
¿Qué hacemos cuando todo se desmorona?
Al leer este texto, me pregunté: ¿qué hacemos en esos momentos en que sentimos que todo se derrumba? Pablo dice: «Porque vuestros problemas actuales son pequeños». Comparados con lo que viene, que es lo que él dice: es la gloria que viene. Él dice que estos problemas aquí en la tierra son pequeños comparados con lo que viene.
Cantamos una canción de Jeremy Camp: "Llegará un día sin lágrimas". Eso nos dice Pablo. Llegará un día en el que no habrá más dolor ni lágrimas. Dice que mientras atraviesas este dolor y sufrimiento en la tierra, tengas una perspectiva eterna. Dice que la gloria viene.
De vez en cuando experimentamos la presencia de Dios y decimos: "¡Guau, eso fue increíble!". Recibimos estos avances ocasionales y decimos: "Quiero más de eso". Pablo dice: "Eso viene y durará para siempre". Dice: "No te desanimes porque llegará el día en que no habrá más dolor".
Pasos prácticos para tiempos difíciles
Quizás estés escuchando y pienses: "Sí, pero llevo años en esta etapa y sigo sufriendo o viendo sufrir a un ser querido. ¿Qué hago?". Quiero darte algunos pasos prácticos que podemos seguir.
Primero: Prioriza la Palabra de Dios en tu vida. Deja que la voz de Dios gobierne tu vida.
Segundo: Manténganse conectados a una iglesia buena y saludable. Ni ustedes ni yo estamos hechos para correr esta carrera cristiana solos. Esfuércense por mantenerse animados. Muchas veces recibimos ese ánimo al estar conectados a una iglesia.
Tercero: Comprometernos a que, pase lo que pase, seguiremos comprometidos con Dios.
Y por último: Cultiva una vida de oración, porque nuestra fuerza se encuentra en última instancia en la presencia de Dios.